domingo, 12 de diciembre de 2010

Efímero poema.

Espero fumando en tu portal,
con la impaciencia del niño que espera
a que su madre vuelva de la compra
con sus galletas preferidas.
El primer abrazo,
que tras su obligatoriedad esconde
la inocencia y la puerilidad
de unas manos que no saben el cómo
pero sí el por qué.
Hablamos,
quizá no con nuestras bocas
pero hablamos,
durante horas nos contamos
qué tal el trabajo y la familia
y sonreímos
y unos dedos juguetones
se entremezclan con el tejido
de tus pantalones vaqueros.
Durante la vuelta
me asombra
lo elegante de la manera
en que me dices que no.
Efímeras sonrisas,
efímera la tarde,
efímero el poema,
efímera la vida.

Al fin y al cabo, ambos sabemos
que acabaremos suicidándonos.