viernes, 15 de septiembre de 2017

De Cero a Cien

Caerás,
sé bien que caerás
y mi hogar arderá
como arden hoy mis manos y tus párpados,
y el núcleo que dejo detrás
no estará más al ras,
convirtiendo el Kalahari en los Cárpatos.

Sabiendo que estoy
a dos océanos de verte
y que no me corresponden
ni mi vida ni mi suerte,
aunque dos océanos
separen nuestros cuerpos
ni la Laguna Estigia
podrá separar mi mente.

Día sexto después
del apocalipsis
escribo desde el séptimo
cielo de mi crisis.
¿Dónde nace el frío?
¿Cómo paro esta sepsis?
Mi verso ya no es verso,
mi canto es hemoptisis.

Puerta entreabierta,
despierta,
revienta
el zumbido
de alerta
al oír mi alarido.
En la reyerta
el sentido
oferta
el olvido
y deserta
al saber que te has ido,
que te he perdido
y te vas,
que no hay marcha atrás,
que me dejas la asfixia
y el ruido,
un par de promesas de más
y la caquexia
al haber comido
menos mundo
de lo prometido.

No me rescates mientras puedas,
tengo que aprender a valorarme
a fumarme la humareda del desarme,
a abrir las grandes alamedas,
a volar,
con las alas rotas
a volar,
a tragarme kilos de veneno,
a guardar
la calle y el bar
como un sereno,
a sentirme lleno
sin ti
y echar al fin
el freno.

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